Cuando nos duele lo que sucede fuera, en realidad nos duele lo que ocurre dentro: duele nuestra rabia, nuestra decepción, nuestras expectativas no cumplidas…y en vez de abrazar nuestro corazón, permanecemos mirando fuera, deseando que alguien se acerque.
A veces alguien al que amamos, en el que dejamos caer todo nuestro dolor reprimido y la responsabilidad de aliviarnos. No es justo, y no funciona.
Doy el primer paso: elijo auto sostenerme, elijo abrazar mi malestar en vez de acallarlo.
¿Te unes a este propósito? Cada vez somos más que miramos dentro cuando ocurren cosas fuera.
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